¿Importa el género a la hora de escribir, vender o publicar?
(Ideas planteadas por Luife Galeano en el debate homónimo.
Feria del Libro de Moratalaz, Madrid el día 27 de abril 2024.
organizado por Julia Barreiros San Román)
Esta pregunta me la acaban de hacer una serie de personas. Desconozco el porqué de esta preocupación, cuando se supone que la cuestión del género, según los santones del progresismo patrio, había quedado resuelta «a gusto del consumidor». Sin embargo, lo que nadie llega a comprender es qué tiene que ver el género a la hora de escribir. Para explicarlo solo existen dos cuestiones que aclarar.
La primera es que el género biológico (escritores y escritoras) se distingue entre masculino y femenino, es decir, hombre y mujer. No hay más. Es cuestión de cromosomas; pareja XX y pareja XY. Fuera de eso no hay nada más que comentar y, por tanto, es indistinto para realizar el acto de escribir que la persona sea de uno u otro género.
La segunda es que, en la literatura, existen varios géneros y subgéneros que nada tienen que ver con el género biológico. Cada cual escribe utilizando el género o los géneros en los que mejor siente expresarse. Así tenemos la poesía, el cuento, la novela, el teatro, el guion cinematográfico, etc. Da igual el género biológico del que se trate: el creador utilizará sin ninguna cortapisa aquel que elija o prefiera.
Por tanto, para poder dar respuesta a la pregunta realizada es necesario explicar, por una parte, las tendencias literarias. Por tendencia literaria entendemos que es la propensión o inclinación en las personas y en las cosas hacia determinados fines, en este caso, literario. Así vemos que, como nota dominante, las tendencias que imperan hoy en la literatura contemplan las historias en clave de comedia, aspiracionales y los grandes romances.
Afinando un poco más, se percibe que imperan las historias lideradas por féminas, con diversidad de razas y géneros y en clave de hechos reales, lo más contemporáneos posibles. Es decir, los temas ya se enfocan, no solo en la mujer, sino en tendencias homosexuales y lésbicas.
Géneros y géneros y géneros…
¿Ello contestaría la pregunta en cuestiones de género? Bajo mi punto de vista, en absoluto. La cuestión va enfocada hacia el autor y no hacia el tema del que se trate. A lo largo de la historia literaria universal, la homosexualidad, el lesbianismo, el adulterio, el masoquismo, el sadismo o el amor casto y puro ha sido tratado en múltiples obras, sin que ello afecte la escritura, la venta o la promoción. Repito, lo que vende son aquellos trabajos que coincidan con la tendencia imperante del momento.
Hechos reales no contemporáneos o los dramas oscuros no tienen cabida en las preferencias lectoras de las personas, salvo que estos se tratasen de historias arropadas por premios importantes. No deja de ser muy cierto que, marcada una tendencia, la producción de obras que tratan el hecho destacado empieza a proliferar en el mercado. Aquí habría, por tanto, hacerse la pregunta de qué fue primero si el huevo o la gallina.
Lo veremos más en detalle al enfocar los comportamientos psicológicos de los autores, pero baste decir que la proliferación de obras sobre un tema de moda suelen producirse una vez destacado el tema. Como ejemplo curioso, sólo basta ver cuántas obras han salido tras la pandemia del covid-19 hablando de la plaga. Sin embargo, obras sobre pandemias desatadas han sido publicadas con mucha antelación. Ahora resultan que eran premonitorias cuando, en realidad, eran obras por lo general de ciencia ficción. Sobre este género literario se percibe tratado más por hombres que por mujeres, no siendo esa la realidad. U. K. Le Guin, M. Atwood, O. E. Butler, J. Tiptree o L. M. Bujold compiten a la perfección con I. Asimov, R. Bradbury, R. Heinlein o P. K. Dick.
La tendencia del género
La pregunta que nos haríamos sería, ¿intentan los escritores aprovecharse de las tendencias, como forma fácil de acceder al público? Espinosa afirmación, pero no descartable.
Es importante tener en cuenta que, hoy en día, el dinero está en conseguir que una obra literaria sea seleccionada como material audiovisual y toda la producción está enfocada a llevar a la pantalla las tendencias o, incluso, si es posible, crear la tendencia. Tampoco dejemos fuera de la ecuación que tanto el cine como la televisión son los más importantes instrumentos de generar opinión y distorsionar la realidad histórica. ¿Quién hubiese imaginado una condesa o duquesa inglesa de raza negra? Pues la susodicha ya tiene su serie audiovisual.
Por ello, antes de seguir adelante, es necesario centrarnos en los rasgos psicológicos entre hombres y mujeres. Se dice que, desde este punto de vista, las mujeres se enfocan más en las personas y los hombres en las cosas. Lo explican y constatan diciendo que por eso hay más hombres ingenieros y que la judicatura está plagada de mujeres. Sin entrar en grandes disquisiciones, es algo normal. La tendencia marca que dichas afirmaciones se cumplen y, si nos fijamos, lo mismo ocurre en la literatura: no se distribuye por géneros literarios, sino por comportamiento psicológico.
La literatura tiende a ser más intimista en la mujer y más aventurera en los hombres. Como afirmación general podría, incluso, ser válida y decirse que sería inimaginable leer un Señor de los anillos escrito por una mujer. Sin embargo, tenemos un Harry Potter escrito por una mujer basado en un colegio de rancia educación inglesa repleto de magia aventurera.
Es por todo esto que no considero en absoluto que la literatura, en todas sus acepciones y destinos (publicación, venta y distribución), esté influenciada por el género. Si hacemos referencia al libro Hombre y mujer en la cultura tradicional española de la Dra. Mercedes Cano Herrera, en su magnífico tratado alega que son las mujeres las que más se oponen al intercambio de papeles hombre-mujer.
También me gustaría destacar, ante las furibundas críticas vertidas sobre el difícil acceso a la publicación de las mujeres en épocas pasadas —que existieron—, no fueron estas hechas por sus colegas escritores, tanto como por la sociedad imperante en el momento. Es decir, las escritoras, en su amplia mayoría, jamás fueron repudiadas por sus colegas y sí por ese ridículo pudor decimonónico imperante en la sociedad mundial.
Adiós al género
Por tanto, lo que define la literatura es que está hecha por personas cada una con sus intereses particulares y gustos diferentes. Ambos basan su punto de vista en la confianza, la amabilidad, el sentido del humor, la empatía, la inteligencia, el intelecto y el físico.
Con ese bagaje escriben sus historias dentro del contexto de su experiencia, conocimiento del mundo y ansias de contar una historia lo más alejada de la cotidianeidad posible. En resumidas cuentas, buscan ser diferentes y son los elementos diferenciadores de la historia contada y no los de la persona lo que dictaminará si la obra es buena o mala.